Llega el momento de demostrar que es un artista de talento. Recién llegado de París, donde pudo conocer a los escritores franceses del momento (Baudelaire, Gautier, Gide), publica su primera obra de teatro, La duquesa de Padua, algún ensayo y dirige la revista femenina The Woman’s World. Pero el éxito literario le llega con la publicación de sus cuentos: El Príncipe feliz y otros cuentos (1888), colección de cinco relatos que contiene las hermosas historias de “El gigante egoísta”, “El ruiseñor y la rosa”; y la colección El crimen de Lord Arthur Saville y otras historias (1891), que incluye “El fantasma de Canterville” y el cuento “La esfinge sin secretos”. Aunque a Wilde no le gustaba moralizar a través del arte, sus hermosos relatos resultan ser valiosas enseñanzas: en “El ruiseñor y la rosa”, se opone el amor verdadero al caprichoso y superficial; “El gigante egoísta” es una lección de generosidad; “El famoso cohete” presenta las consecuencias de la soberbia; “La esfinge sin secreto” trata sobre la obsesión. En 1891 publica una tercera colección, Casa de granadas, así como la novela por la que sería siempre recordado: El retrato de Dorian Gray.